QUÉ COMER EN MADRID
La cocina de la Capital española destaca por su ambiente castizo propio de la antigua Villa de Madrid. Se nota en los fritos y en sus guisos sencillos, aunque actualmente se puede encontrar cocina de todo tipo. Encajado dentro de la dieta mediterránea, la cocina tradicional madrileña se ha transmitido a través de las tapas y las recetas de las abuelas, dejando una impronta gastronómica de «platos de cuchara» impresionantes y al alcance de cualquier bolsillo.
Sin más, sumérgete en las comidas típicas madrileñas y que aproveche.
QUÉ COMER EN MADRID, COMIDAS TÍPICAS MADRILEÑAS

COCIDO MADRILEÑO
- Sin duda uno de los platos más típicos de la gastronomía madrileña. Un guiso tradicional que la mayoría de madrileños conoce desde la infancia. Se suele preparar de mil formas, pero los ingredientes suelen ser más o menos los mismos. Eso sí, si lo probamos hay que prepararse después para una siesta en condiciones, ya que será un día de esos de buen comer.
- Se ha comparado numerosas ocasiones con el cocido gallego, pero cocinado con mimo, despacio, con verduras frescas y dedicándole el cariño y tiempo que merece, es una receta para chuparse los dedos. Además, si tenemos claro los pasos que debemos dar, se prepara en 5 minutos, pero hay que tenerlo a fuego lento unas 5 horas. Se puede comer en la mayoría de restaurantes de la Capital, pero suele ser un plato de reserva previa por su tiempo de cocción.
- Garbanzos, panceta, morcillo, patatas, zanahorias, repollo, chorizo, pollo o gallina, tocino, hueso de jamón, puerro, calabacín, nabo, ajos y fideos, suelen ser los componentes principales, dependiendo del cocinero. En los mejores lugares para comer un cocido, lo sirven con el caldo por separado, para que el comensal se eche la sopa que requiera a gusto.
CALLOS A LA MADRILEÑA
- Otro de los clásicos, aunque en esta ocasión se trata de un plato de casquería, lo cual hace que no todo el mundo sea partícipe de su consumición. Por nuestra parte decir que son absolutamente deliciosos y, acompañados de un buen pan de leña, la experiencia sensorial es de órdago. Igual que la posible sobremesa.
- En esta ocasión no llevan garbanzos como en la versión gallega, ni pimiento choricero como en la vasca. Se realizan con las tripas de ternera, y se añade panceta y chorizo, guindilla, (lo que lo hace un poco picantes), y pimentón. Este guiso de cuchara requiere también de un tiempo lógico de preparación que lleva en torno a 4 horas.
- Suele ser uno de los platos estrella del tapeo madrileño. Si recorremos la zona de la Cava Baja, encontraremos numerosas opciones que ofrecerán probar este manjar con nuestra cervecita. Lo que puede parecer un plato preparado con las sobras, está de rechupete. No os arrepentiréis.


Bocadillo de Calamares
- ¿Quién no ha oído hablar de los famosos bocatas de calamares en Madrid? Si recorremos las cercanías de la Plaza Mayor, quedaremos sorprendidos por la cantidad de bares que se dedican exclusivamente a su venta. Vale, tendrán alguna opción más, pero el 70% de las consumiciones que ofrecen son de bocadillos de calamares.
- En barras de pan pequeñas, o simplemente en mitades de barra, las freidoras suelen echar humo de forma continua. Es muy común entrar y salir del lugar de forma rápida, ya que consumir un bocadillo de calamares es algo fugaz. ¿Cómo reconocer dónde los sirven? Tranquilos, veremos gente apostada fuera de los bares consumiendo esta tapa típica de Madrid.
- Recomendación final, los calamares rebozados están riquísimos, pero si les añadimos un poco de zumo de limón por encima, potenciamos su sabor hasta alcanzar el éxtasis en el paladar. No os los perdáis. Además, es muy fácil seguir conociendo el centro o hacer alguna visita guiada por Madrid después.
sopa de ajo
- Un plato para entrar en calor, tipiquísimo de la Comunidad de Madrid. En este caso es más propio de los pueblos de alrededor que de la propia capital. Si quieres nuestra mejor recomendación, vete a visitar Chinchón, y disfruta la sopa de ajo que hacen allí ya que es uno de sus productos más famosos.
- Esta sopa castellana es un regalo para el estómago. Con su origen humilde, esta receta de corte tradicional es reconfortante a la par que deliciosa. Con sus dientes de ajo, aceite de oliva, pan duro, caldo de carne y huevos, nos hará olvidar el frío y abrir el apetito.
- No nos podemos olvidar los picatostes o barquitos, que incluiremos en nuestras cucharadas a la vez que la propia crema. Una receta muy sencilla en su preparación, que además se tarda nada en realizar. Un primer plato de nivel, que asentará la tripa y nos abrirá camino a seguir degustando otros platos castellanos.


Caracoles a la madrileña
- Estamos de acuerdo, ¿comer caracoles? Pues sí, y están riquísimos. Si nos olvidamos de su aspecto, su sabor es increíble. Te recomendamos ir de bares, porque es muy típico de las antiguas tascas, donde a modo de tapa, probaremos el buen vino acompañados del sabor picante de los caracoles de Madrid.
- Cierto que no son para todo el mundo. Os animamos a probarlos al menos una vez y no hacer ascos a un plato tradicional y muy nutritivo. Preparados en caldo de carne, cocidos a fuego lento y con guindilla, es sorprendente como este alimento bajo en grasa es el perfecto complemento entre caña y caña en las tabernas.
- Prepara el palillo, saca el caracol de su concha y moja este molusco en la salsa. No te arrepentirás y querrás repetir.
Patatas Bravas
- Una de las tapas predilectas de los madrileños. En algunos lugares se han convertido en una institución y hay sitios que son conocidos para tomar expresamente las patatas bravas. Un auténtico lujo de preparación sencilla, que contiene algún que otro secretillo en cuanto a su sabor, textura y componente picante perfecto.
- La patata ha de ser nueva, cortada en trozos y frita de tal forma que quede tierna por dentro, pero curiosamente dorada por fuera. La primera sensación que ha de dejar es la de una patata crujiente, para desencadenar todo su sabor posteriormente. Se le acompaña de una salsa picante, que le da el nombre a la patata, brava.
- Pero a pesar de su extensión, la salsa de las patatas bravas no lleva tomate ni salsa barbacoa. Se ha de realizar con ajo, harina y pimentón, de ahí el color rojo corinto, mezclado en una salsa de verduras o de pollo. Sin duda son irresistibles en momentos de tapeo junto con la cerveza.


Potaje de Garbanzos
- Uno de los platos de cuchara más típicos de la gastronomía madrileña que comparte afición con la cocina asturiana. Es una de las recetas de legumbres más famosas de España, perfecta para el invierno y épocas en las que el frío hace acto de presencia.
- Muchos nutrientes y poca grasa, hacen que sea una elección perfecta para incluir el Potaje entre los platos a recomendar. Incluido dentro de la famosa dieta mediterránea, su preparación incluye verduras como la cebolla o las espinacas, además de la carne de panceta y chorizo.
- La principal diferencia con el plato andaluz de garbanzos con espinacas es que el potaje queda tipo sopa, para liarnos con la cuchara hasta acabar la cacerola. Hay versiones a las que se les incluye el bacalao o el chorizo, pero nos quedamos con la auténtica madrileña.
Besugo a la madrileña
- Por su facilidad de preparación que se realiza al horno, es uno de los platos más saludables y más antiguos que se pueden encontrar para degustar en Madrid. Proviene del Cantábrico, aunque cada vez se importa más desde el Atlántico, llegando a Madrid muy fresco y listo para ser dorado.
- Pescado azul de carne blanca, se suele servir acompañado de patatas asadas y acuchillado en su lomo para introducir rodajas de limón. Además, es el plato perfecto para pedir en celebraciones navideñas, aunque avisamos del precio elevado en esas fechas.
- Se suele preparar con un chorrito de vino blanco que le da un sabor muy característico. Por nuestra parte, recomendamos que ese vino blanco también se acompañe en copa, para degustar a la par que el besugo y triunfar con el sabor del mar.


Gallinejas
- Si hay un plato típico del Madrid castizo es posible que sean las gallinejas y entresijos. Se trata de las tripas de cordero y de gallina, de ahí su nombre, y por tanto forman parte de la casquería. Son una de las tapas más típicas a tomar en fiestas como la de San Isidro.
- No es ni de lejos el plato más sano de los que aquí recomendamos por su cantidad de grasa, y visualmente tampoco es atractivo. Pero cuando las pruebes, se te olvidará que provienen del intestino delgado de algún cordero lechal. Disfrutarás el sabor auténtico del Madrid antiguo y el viaje al pasado gastronómico será único en su especie.
- Hay que perderse por el centro para encontrar locales donde hoy sirvan este plato que se preparaba en tiempos de escasez, cuando no había nada más que llevarse a la boca. Una exquisitez de la Villa en tiempos modernos.
Tortilla de patatas
- Hay cientos de versiones de tortilla de patatas, y la auténtica para cada uno de nosotros es la que hacía nuestra madre o nuestra abuela. Si hubiera competición de tortillas ganaría todo el mundo, ya que para gustos los colores.
- Para nosotros, la realizada con huevos de corral, cebolla blanca, patata de huerto y el mejor aceite de oliva es la que nos gusta. Una pizca de sal mientras freímos la patata le da un toque exquisito, y hay que cuajarla dándole varias vueltas, dejando que el huevo acabe jugoso en el interior, mientras el exterior acaba dorado.
- Una delicia que gusta a mayores y a pequeños. Se puede encontrar en cualquier bar y sienta de maravilla. Acompañado de una cerveza y un trozo de pan, hablamos de una de las mejores opciones de la gastronomía madrileña.


Huevos estrellados
- La sencillez gastronómica no implica la falta de arte culinario. Huevos, sí, pero con la combinación perfecta de pimienta, pimientos de padrón, (unos pican y otros no), patatas y jamón serrano.
- Si se sirven con el jamón recién cortado es muy difícil que queramos comer otra cosa después. Los huevos rotos han de prepararse con patata nueva, con huevos de gallina campera y jamón ibérico. Para especialidad, iremos a Casa Lucio a probar este plato que cocinan perfectamente desde hace más de medio siglo.
- Por cierto, que los huevos fritos han de cortarse por la yema, dejando que caiga y se derrame por todo el plato empapando la patata. Después, recogemos con el tenedor un trozo de la misma, acompañado con una tira de jamón del bueno, y la explosión de sabor nos conducirá al nirvana.
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